martes, 12 de abril de 2016

IGLESIA ANTE LA GUERRA

El 28 de junio de 1914 un terrorista bosnio de la Mano Negra, un grupo dirigido desde Belgrado, asesinó al archiduque Francisco Fernando, heredero del Imperio austro-húngaro. Fue el inicio de la Primera Guerra Mundial. Las iglesias católicas y otras cristianas intentaron parar aquella catástrofe que embarcó a 60 países y que devastó Europa en el primer gran conflicto del siglo XX.
Era el 20 de agosto del mismo año cuando moría Pío X. Tras el cónclave salió
elegido Giacomo Giovanni Battista della Chiesa, quien asumió el nombre de Benedicto XV. Era la primera vez que no intervenía ningún soberano extranjero en la elección papal. Sin mayores dilaciones el 1 de noviembre de ese año, publicó la encíclica Ad beatissimi Apostolorum. El 7 de diciembre promovió y consiguió la tregua de Navidad.

Un pastor celoso de su rebaño

Tras la muerte de Pío X, participó  en el cónclave que le elegiría el 3 de septiembre para tomar el nombre de Benedicto XV.
Tras sus intentos fallidos por lograr la paz en los primeros meses del conflicto, lo volvería a intentar en 1917 con el envío de una carta a los líderes enfrentados, proponiendoles un plan de paz que no fue aceptado. Durante el tiempo que duró el conflicto intentó reducir sus consecuencias para las personas, creando en diciembre de 1914 una oficina de prisioneros de guerra. Consiguió que no se obligara a trabajar en domingo a los prisioneros de guerra; protestó ante Alemania sobre la deportación de súbditos franceses y belgas para hacerlos trabajar en la propia Alemania y por las represalias sobre prisioneros de guerra; también se manifestó ante Austria por el bombardeo de ciudades abiertas; acusó a  Alemania y Austria por violar el Derecho Internacional en los métodos de guerra empleados. El 22 de enero de 1922 moría en el Vaticano a los 67 años un pastor afanado por sus ovejas.

"Otras iglesias cristianas buscando la paz"
Cristianos de Europa tuvieron que elegir entre obedecer a los gobernantes de su país o enfrentarse a las consecuencias límites de consejos de guerra, como así ocurrió con los miembros de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, lo que provocó su escisión entre partidarios y detractores de la contienda. Algunos optaron por la fidelidad a su pacifismo y se enfrentaron a pelotones de ejecución y otros se alistaron en los ejércitos contendientes, sobre todo alemán.
La Iglesia Evangélica Metodista, de la que protagonista principal fue John Raleight Mott, intentó aunar el sentir de cristianos de distintos países implicados en el conflicto y promovió la lectura del Evangelio en las trincheras.

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